"La
música podría ser el ejercicio del cerebro"
La
psicóloga Irene Alonso apostó por las melodías como medio para ejercitar los
recuerdos, en una charla organizada por el colectivo La Barraca
Melodías
sin autor se han repetido generación tras generación para hacer más fácil
memorizar materias como la tabla de multiplicar y otras han hecho posible que
nos aprendamos la letra de una canción con solo escucharla dos veces, por
increíble que pueda parecer. Pero, ¿cómo podemos combinar estos dos tipos de información
tan diferente, palabras y música, de manera tan sencilla?
Una
cuestión sobre la que trató de arrojar algo de luz la psicóloga Irene Alonso,
en su conferencia 'La canción de la memoria: música y cerebro'. Una actividad
organizada por La Barraca de la Joven Orquesta Gregorio Solabarrieta y que se
desarrollo ayer en una Capilla Félix Ladrero prácticamente llena.
Han
empezado por explorar, a través de la Resonancia Magnética Funcional, cuáles
son las redes cerebrales que se encargan de codificar toda esta información
para que la podamos recordar. Algo ciertamente complejo sobre lo que trabaja
dentro del programa de investigación europea Europe Brain And Music (Ebramus),
al mismo tiempo que desarrolla su tesis doctoral en el Laboratorio de
Neuropsicología y Cognición Auditiva de la Universidad de Lille y en el Centro
de Investigación del Instituto del Cerebro y la Médula Espinal.
«Hemos
visto que, aunque se ha demostrado que hay redes independientes, existen otras
que son compartidas y que permiten solapar los dos tipos de información para
crear estos recuerdos».
Y en
esos registros de la memoria se apoyan para tratar a personas con enfermedades
como amnesia, dislexia o Alzheimer, que «no son capaces de recordar muchas de
las cosas que han vivido pero sí retazos de su juventud vinculados a música y
canciones».
Sentirnos
mejor
Algo
que puede deberse a que «esa memoria sonora se forma de manera más implícita,
con menos esfuerzo, pero con mas durabilidad en el tiempo», señaló Alonso. Un
hecho que quizá se deba a la mayor vinculación de la música con la parte
emocional de las personas. «La música nos brinda una estrategia suplementaria a
la hora de recordar una frase pero, sobre todo, nos hace sentirnos mejor y eso
ayuda a que podamos hacer otro tipo de tareas de manera más fácil».
Pero
tampoco es una poción mágica. Una canción no va a curar una dolencia pero sí
puede suponer un apoyo en determinados problemas. También de cara al
aprendizaje. Se ha demostrado que aquellos niños que empiezan a una edad más
temprana con la educación musical aumentan potencialmente sus capacidades a la
hora de aprender otras cosas. «La música podría ser el ejercicio del cerebro»,
señaló.
Aún
así, cada vez es una materia que está pasando más a un segundo plano a nivel
académico y «esto es un error». En los distintos planes de estudios, se está
considerando como algo irrelevante, con lo que pasar el tiempo, y no se están
teniendo en cuenta todas las investigaciones que muestran que ayuda en el
aprendizaje del lenguaje, en la socialización, en la coordinación motriz...
Debería potenciarse más», zanjó.
El
objetivo a alcanzar es que pensemos en la música no solo como ese arte que nos
gusta, si no también como una herramienta pedagógica y clínica. «El espectro en
el que se puede aplicar es muy amplio», zanjó.
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